Bendito sea aquel que en su morada
convierte el verbo en fuego y en estrella,
que traza con su pluma la alborada
y en letra inmortaliza su querella.
Forjando con su mano el universo,
moldea el infinito en su sendero,
y en cada prosa, en cada dulce verso,
despierta la verdad del mundo entero.
Oh, noble artífice de luz y sombra,
arquitecto del tiempo y la memoria,
tu tinta es mar que ruge y se desborda,
es viento que en el alma deja historia.
En tu palabra vive lo que fuimos,
los dioses y los hombres en su duelo,
la voz de los que en siglos se perdieron
y el sueño de los que aún no nacimos.
La noche se arrodilla ante tu canto,
el mundo es un papel entre tus manos,
con cada historia siembras y desgarras,
con cada letra enciendes los milagros.
Que viva el escritor y su latido,
su verbo que a los cielos desafía,
pues con su pluma forja lo infinito,
y en cada página, le da a la vida.