Todos bailan mambo
y yo machaco mi azafrán con furia.
Mírenme la cabeza
distinta;
ardo
como el heliotropo en un cadáver.
Mírenme las manos indefensas,
no llevo agujas,
sangro de mirada inalterable;
este puño me lo dio la ignominia,
rastreo el beso.
Mírenme cuando dobla el crepúsculo,
verán que tiemblo.
A esta hora
recaudo mi soledad en el liceo.
Todos se unen
para espantarme:
aquí no hace falta fiebre,
lárgate,
tú estás desnuda.