Carilda Oliver Labra

Muchacho

Muchacho loco: cuando me miras
solemnemente, de arriba a abajo,
siento que arrancas tiras y tiras
de mi refajo.
 
Muchacho cuerdo: cuando me tocas
como al descuido la mano, a veces,
siento que creces
y que en la carne te sobran bocas.
 
Y yo: tan seria, tan formalita,
tan buena joven, tan señorita,
para ocultarte también mi sed
 
te hablo de libros que no leemos,
de cosas tristes, del mar con remos;
te digo: usted...

(1958)

de Memoria de la fiebre

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Si el afortunado muchacho aludido en este "casi soneto" de emocionante elocuencia, pudiera entrar por un instante en la mente de la joven Poeta que lo escribió. Pero no es posible, los humanos tenemos atrofiado el sentido de la telepatía. Es seguro que tan poética confesión no fue compuesta para llegar a sus manos, sino para un desahogo de la autora. Para ser archivado entre los herméticos infolios de su diario íntimo y de su corazón que se empeña en mantener la discreción que exige el pudor. El muchacho la ama y es correspondido. Sólo les queda el recurso de las miradas que retan los linderos del recato, cargadas de sugerencias, el roce accidental de las prohibidas manos como una colisión de beso lascivo. Y desafiar cada uno a su destino para que puedan vivir lo que está más allá de los puntos suspensivos en que concluye el poema...

Si presumimos que este soneto fue guardado en el inaccesible cajón de los suspiros semi ahogados ¿Cómo ha llegado a nuestras manos? Hasta los secretos más prisioneros en su celda de reticencia, en cuanto ven una pequeña rendija, suelen volar.

Yeny

Yeny

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Sin embargo Carilda Oliver es admirable y admirada por haber esquivado en su vida los rígidos cánones sociales, a pesar de su circunstancia histórica y su fama. De hecho, este poema fue publicado en 1943 cuando tenía tan solo 21 años en su primer libro "Preludio lírico" y sobre él comentó José Ángel Buesa:
"...esa peculariedad singularísima del estilo propio, que permite reconocer como suyo un poema al que se le haya omitido la firma." "...esa sencillez aparente de sus experiencias, puede complicarse con las inconformidades de una vida interior intensa y reprimida, que busca el símbolo del pudor y se encoge de hombros, y sonríe con malicia;..."
Está claro que se trata de un espíritu transgresor que con descaro, desenfado y ARTE se ha mofado de los prejuicios inherentes al sentir femenino de la primera mitad del siglo XX.
Ella misma nos da su receta de erotismo:
"Hay que renunciar a traducir el misterio. Entre el erotismo y la profanación entre lo que debe ser y lo que tiene que ser hay una línea divisoria muy fina. Nace, no se aprende. "

¡Excelente aportación amiga Yeny! Me diste atinadas pistas y tiempo después descubrí las audacias de esta admirable Poeta. ¡Gracias!

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