Octava A La Muerte Del I.s.o. Francisco Ibarra, Arzobispo De Caracas
Cambió Són la pompa de alegría
por el cilicio y el oscuro velo,
sólo una voz profunda noche y día
rompe el mustio silencio de su duelo.
¡Murió mi Padre, mi Pastor, mi guía!
Dice, las manos levantando al cielo,
Llore Sión, ¿qué extremo habrá que cuadre
a su justo dolor? Es hija y madre.