Andrés Bello

El Vino Y El Amor

Hijo alado
de Dione,
no me riñas,
no te enojes,
si te digo
que los goces
no me tientan
de esos pobres
que mantienes
en prisiones.
 
 Hechiceros,
¿quién lo niega?
son los ojos
de Filena;
pero mira
cómo el néctar
delicioso
de Madera
en la copa
centellea.
 
 Tú prometes
bienandanza;
mas, ¿lo cumples?
¡Buena alhaja!
De los necios
que sonsacas,
unos llevan
calabazas;
otros viven
de esperanzas;
cuál se queja
de inconstancia;
cuál en celos
¡ay! se abrasa.
Baco alegre,
tú no engañas.
 
 Hace el vino
maravillas;
esperanzas
vivifica;
da al cobarde
valentía;
a los rudos,
¡cómo inspira
Aunque gruña
la avaricia,
tú le rompes
la alcancía.
Y otra cosa,
que a tu lima
no hay secretos
que resistan.
 
 Los amantes
infelices
por las selvas
y jardines
andan siempre
de escondite;
cabizbajos
lloran, gimen;
mas, ¡cuán otro
quien te sirve!
dios amable
de las vides.
Compañeros
apercibe
que en su gozo
participen.
Cantan, beben,
bullen, ríen.
 
—Mas Filena,
¿no te mueve?
—Niño alado,
vete, vete.
—Sus miradas
inocentes,
sus amables
esquiveces...
—¿No te marchas,
alcahuete?...
—Sus mejillas,
que parecen
frescas rosas
entre nieves...
—Cupidillo,
no me tientes.
 
—Sola ahora
por la calle
se pasea
de los sauces,
y las sombras
de la tarde
van cundiendo
por el valle.
Y la sigue
cierto amante
que maquina
desbancarte.
 
—¿Tirsi acaso?
—Tú lo has dicho.
—Oye, aguarda,
ya te sigo.
Compañeros,
me retiro.
Vuelo a verte,
dueño mío.

Poesías. Londres (1810-1829)

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