Carne, carne maldita que me aparta… carne tibia y rosada que me impele… ya rasgué mis espaldas con cilicio… por vencer tus impulsos, y es en v… a pesar del flagelo y a pesar del…

Tu cabellera es negra como el ala del misterio; tan negra como un ló… jamás, como un adiós, como un «¡qu… Pero hay algo más negro aún: ¡tus… Tus ojos son dos magos pensativos,

¡Oh, Señor! Dios de los ejércitos… eterno Padre, eterno Rey, por este mundo que creaste con la virtud de tu poder; porque dijiste: la luz sea,

Tal vez ya no le importa mi gemido en el indiferente edén callado en que el espíritu desencarnado vive como dormido... Tal vez ni sabe ya cómo he llorado

Padre viejo y triste, rey de las d… son en mi camino focos de una luz… tus pupilas mustias, vagas de pens… y el límpido y noble marfil de tu… Flota, como el tuyo, mi afán entre…

El desaliento ¡Por qué empeñarse en buscar a quién se quiere esconder! Si Dios no se deja ver, alma, ¿cómo les has de hallar?

Señor, entre la sombra voy sin tin… la fe de mis mayores ya no vierte su apacible fulgor en mi camino: ¡mi espíritu está triste hasta la… Busco en vano una estrella que me…

Cuando lloro con todos los que llo… cuando ayudo a los tristes con su… cuando parto mi pan con los que im… eres tú quien me inspira, sólo tú, Cuando marcho sin brújula ni tino,

Los papelillos de colores que de los altos corredores lanzan al aire los chicuelos como bandadas caprichosas, en sus impensados vuelos

Había un ángel cerca de mí, mas no le vi... Posó las plantas maravillosas entre las zarzas de mi erial, y yo, en tanto, estaba viendo otras…

¿Por qué permaneciste siempre sord… ¡Dios sabe cuántas veces, con amor… te busqué en las tinieblas, sin po… Hoy —¡por fin!—te recobro: todo, p… cierto...

Hasta muriéndote me hiciste bien, porque la pena de aquel edén incomparable que se perdió, trocando en ruego mi vieja rima, llevó mis ímpetus hacia la cima,

Para cubrir los peces del fondo, q… de frío, mis piadosas ondas se cri… y yo, la inquietuela, cuyo perenne… es variar, enmudezco, me aduermo,… ¡Ah! Tú no sabes como padezco nos…